lunes, 11 de abril de 2011

Le gustaba andar descalza, no importaba que fuera invierno. Le gustaba dibujar y ver fotos. Su favorito era el chocolate negro, el amargo, y los caramelos de menta le perdían. Le encantaba dormir, acostarse de madrugada. Disfrutaba de aquella hora de la tarde en la que miles de pajaros piaban descontrolados, y le encantaba cuando se ponía el Sol, pero más aún le gustaba la noche, con su oscuridad y peligros. La música, amaba la música, y le gustaban los intrumentos de viento. Le encantaba leer, y disfrutaba como nadie de sus momentos de soledad.

Le gustaba ser querida, pero mucho más querer, estar todo el día pendiente de qué pasa, llorar de rabia, dolor, pero sin olvidar lo bien que se sentía cuando algo bueno pasaba, cuando ocurría algo especial.

"... Yo te pregunto por qué no quieres que yo te guste."

"Yo no he dicho que no quiera, pero tampoco puedo decir «Sí, algún día me gustarás ». Eso no lo se."

"Yo sí lo se"

"¿Cómo puedes saberlo?"

"Lo se, en el caso de que yo sienta algo fuerte por ti. Porque querría que fueras feliz, y haría todo lo posible por que así fuera,  porque serías algo importante para mí."

Y poco después vino el "Ahora eres algo importante" 
Pero, ¿y ahora? ¿Dónde quedó todo aquello? Ella seguía sin entenderlo, sin aceptarlo, sin llegar del todo a entender que hubieran acabado de esa manera.

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